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Channel: Y encima se llamaba Alabama » Christopher Nolan
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The Bat-Mal

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(por Ibán Manzano)

[SPOILERS]

1) Nolan, arquitecto del Mal. Vamos a demostrar primero la tesis de que según cómo la mires El Caballero Oscuro: La Leyenda renace (2012, Christopher Nolan) es un trabajo casi redondo. Luego pasaremos a probar lo contrario. Empecemos con mi imagen favorita de la película: el suelo de Gotham levantándose a golpe de explosivo, el estadio vibrando con la emoción de ver a Bane jugar al detonador. Momento filmado con cierto reposo, como de pesadilla sostenida: ¿qué peor que el suelo abriéndose bajo nuestros pies, que los cimientos volando por los aires? Decía que era mi imagen favorita no sólo porque en ella Nolan demuestra su capacidad para resistirse a inercias de estilo ahora que todas las franquicias de superhéroes abrazan la perspectiva aérea y resuelven sus clímax en altas torres de finanzas, sino sobre todo porque supone un perfecto ejemplo de entropía urbana. Pensémoslo bien, si algo ha caracterizado a los Batman de Nolan es su obsesión por hacer del tejido civil de Gotham un perfecto campo de pruebas para el Caos, una psicografía de nuestros males sociales. Visto así Nolan vendría a ser un artista de vanguardia que maneja presupuestos de vértigo y su El Caballero Oscuro: la leyenda renace un caro y vistoso catálogo de ilustraciones sobre el fin de los tiempos que incorpora a la acostumbrada amenaza del terrorismo unas cuantas gotas de debacle capitalista y alguna que otra ansiedad nuclear.

2) Nolan no es para tanto. Para refutar el anterior párrafo sólo hay que hacerse la pregunta correcta: bien, pero ¿qué hay de anchura política bajo tanta pirotecnia? Y ahí me temo que empezamos a hacer aguas. Cuidado, El Caballero Oscuro: La Leyenda renace me parece de lejos la entrega menos discursiva de la saga, la que va más directa al grano y la que más acción tiene -lo que es muy de agradecer-, pero sigue presentando una ingenuidad moral impropia de sus aires de grandeza. Caso uno: la banalización del movimiento Occupy Wall Street. Caso dos: la turbiedad que emana Bane nunca acaba de encontrar su botón de detonación y, es más, finalmente se diluye . Caso tres: es posible que estemos frente al guión que más veces cita al ciudadano y en el que menos ciudadanos aparecen. Ahora, coches policiales, tanques y garrulos con ametralladora todos los que queráis.

3) Conclusión. Los dos puntos anteriores reflejan lo que más me interesa de la película, pero por supuesto hay mucho más. Entre lo positivo destaca la carta de presentación de Bane, la coqueta Selina Kyle o algunas secuencias planificadas con un arrojo que no es de este planeta. Entre lo negativo: ese fetichismo militar a lo Frank Miller con el que nunca he comulgado -a veces casi podríamos leer este último capítulo de la saga como una confrontación entre bandas fascistas- y el montaje frenesí marca de la casa. Otra manera de verlo, pasé sus extenuantes 167 minutos sin despegar ni un segundo los ojos de la pantalla, pero también tengo claro que no pienso repetir visionado en, no sé, 100 años.

Hay un par de cuestiones más que me gustaría comentar sobre El Caballero Oscuro: La Leyenda renace, pero las dejo para una futura entrada que espero poder tener lista este fin de semana. Mientras tanto mantened la bataseñal de vuestro corazón alerta: el murciélago se ha ido, pero la amenaza espera latente a que os relajéis.


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